En abril de este año, luego de medio siglo de no actualizarse, la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad aumentar de 161 a 194 los padecimientos que componen la Tabla de Enfermedades del Trabajo, por lo que se reformaron tres artículos de la Ley Federal del Trabajo.
Uno de los grupos que se revisó fue el de trastornos mentales, donde ahora aparecen ansiedad, insomnio, depresión y trastornos asociados al estrés, entre las condiciones que puede presentar cualquier colaborador, en cualquier puesto, y que si son generadas por el trabajo tienen derecho a una incapacidad pagada, ya sea temporal, parcial o permanente, sumado a una indemnización.
Esta modificación va de la mano con la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sumado a la NOM-035 de factores de riesgo psicosocial, reconstruida en 2018, la cual reconocía que las condiciones en las que se desarrolla un trabajo, como los ambientes organizacionales desfavorables, los líderes negativos o el bajo control en las tareas diarias; podían ser punto de partida para dañar la salud mental de los trabajadores.
De acuerdo con la OMS, los entornos laborales deficientes dan cabida a la discriminación y la desigualdad; mientras que las cargas de trabajo excesivas, el control insuficiente del trabajo y la inseguridad laboral, representan un riesgo para la salud mental. Además, estimó que en 2019, el 15% de los adultos en edad de trabajar tenía un trastorno mental, una cifra importante si tomamos en cuenta que el 60% de la población mundial tiene un empleo.
La salud mental, en específico casos como la depresión y ansiedad, hace que se pierdan 12 mil millones de días de trabajo al año, lo que representa un billón de dólares en baja de productividad, de ahí que se hable del “trabajo decente” en el que se brinde un entorno laboral seguro y sano.
Para que un espacio laboral sea viable, según la OMS, el trabajador debe tener un medio de vida, sentido de confianza, propósito y logro; oportunidad para las relaciones positivas y la inclusión en una comunidad; así como una base para establecer rutinas estructuradas.
Ante estas condiciones, se minimiza la tensión y los conflictos laborales, lo que se materializa en mayor rendimiento y productividad. Toma en cuenta que un riesgo para la salud mental puede estar en la siguiente lista:
- Insuficiencia de capacidades o su empleo insuficiente en el trabajo;
- Cargas o ritmo de trabajo excesivos, falta de personal;
- Horarios excesivamente prolongados, antisociales o inflexibles;
- Falta de control sobre el diseño o la carga del trabajo;
- Condiciones físicas de trabajo inseguras o deficientes;
- Cultura institucional que permite los comportamientos negativos;
- Apoyo limitado por parte de colegas o supervisión autoritaria;
- Violencia, acoso u hostigamiento;
- Discriminación y exclusión;
- Funciones laborales poco definidas;
- Promoción insuficiente o excesiva;
- Inseguridad laboral, remuneración inadecuada o escasa inversión en el desarrollo profesional; Demandas conflictivas para la conciliación de la vida familiar y laboral.
Trabajo sano
El equilibrio entre la vida laboral y personal es ancla para consolidar un equipo de trabajo sano, por lo que es necesario tener un panorama abierto de las enfermedades mentales que pueden padecer los trabajadores, y para ello es necesario realizar cuestionarios de clima organizacional con preguntas que vayan relacionadas con temas de enfermedades mentales, con el objetivo de fomentar un clima más inclusivo.
Es importante reconocer que, de acuerdo con la OMS; “las personas con trastornos mentales graves tienen más probabilidades de ser excluidas del empleo, y de ser objeto de trato desigual cuando están empleadas. Permanecer sin trabajo también representa un riesgo para la salud mental. El desempleo, la inseguridad laboral y financiera y la pérdida reciente del empleo son factores de riesgo de intento de suicidio”.
Capacitar a los administradores en la esfera de salud mental es prioridad, no sólo para que puedan reconocer los trastornos, sino también responder a las dificultados de las personas con angustia emocional, e incluso a sus equipos de trabajo. La escucha activa permite gestionar y sensibilizar, así como reducir la estigmatización respecto a los trastornos mentales en el ambiente laboral.
Sin duda, más allá de tener un listado de las enfermedades o padecimientos ocasionados por el trabajo, o de conocer los trastornos que pueden padecer las personas incluso antes de ser contratadas, las áreas relacionadas con el ambiente laboral sano deben capacitarse para ser más inclusivos y responder a las nuevas necesidades relacionadas con los rubros de salud.
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