¿Cómo le fue a El Buen Fin?

La primera vez que los mexicanos tuvieron acceso a un fin de semana de descuentos, muy al estilo del Black Friday que se realiza en Estados Unidos, fue en el año 2011.

El gobierno mexicano se unió con las Cámaras de Comercio para incentivar el registro de los negocios participantes, vigilar la veracidad de los descuentos y promocionar ante el público la oportunidad de comprar sus productos en un período previo a la Navidad y en el puente del 20 de noviembre.

Aunque en los primeros años se vivió el frenesí de que las personas esperaran afuera de las tiendas para ser los primeros en acaparar las ofertas, la entrada de las ventas en línea cambiaron las dinámicas; sin pasar por alto el período de Sana Distancia al que nos orilló la pandemia por Covid-19. 

Ante estos cambios, la Secretaría de Economía dio a conocer que en su corte de 2023, el programa El Buen Fin superó la estimación de ventas de 141 mil millones de pesos y logró un alcance de 150 mil 500 millones de pesos en su edición número 13.

Esto revela un avance positivo, luego de que en 2022 no se llegara a la meta y se recaudaran 134 mil 400 millones de pesos, cifra inferior a la de 2021, en plena recuperación de la pandemia.

Héctor Tejada Shaar, presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco-Servytur) afirmó que 2023 “ha sido la mejor edición que se ha tenido en su historia”, y reveló que en la encuesta que realizaron entre los comercios afiliados al programa, el 54.5% calificó como buenos o excelentes sus resultados en el último ejercicio.

De los negocios afiliados, el 36% reportó crecimientos en sus ventas con un promedio de 5.5%; mientras que otro 39% de los comercios participantes tuvieron incrementos superiores al 15%, en comparación con el 2022. 

El 88.2% de los negocios brindaron descuentos en productos y servicios; mientras que se reveló que un 73.5% de los consumidores pagaron en efectivo los descuentos. Pese al boom de las compras en línea, Concanaco-Servytur dio a conocer que el 76.5% de las transacciones sucedieron en las tiendas físicas.

Y mientras los resultados positivos se dan para las tiendas, el Sistema de Administración Tributaria (SAT) también reveló una lista de ganadores que incluye a quienes hicieron sus compras con tarjetas bancarias; así como a los comercios que recibieron estas operaciones del 17 al 20 de noviembre pasados. 

El llamado Sorteo SAT del Buen Fin 2023 tuvo lugar el pasado 8 de diciembre, y otorga premios que van de los 500 a los 250 mil pesos, para un total de 500 millones de pesos, que serían entregados a los ganadores a más tardar el 9 de enero de 2024.

En el sorteo participaron todas las personas que gastaron al menos 250 pesos con su tarjeta durante el Buen Fin, y los importes serán reintegrados de manera directa a las cuentas bancarias de quienes reclamen su premio. 

Los ganadores se dividieron en:

  • 1 premio de 250 mil pesos para quien haya pagado mínimo este importe.
  • 60 premios de 20 mil pesos para quienes hicieron compras mínimas de 15 mil pesos.
  • 200 premios de 15 mil pesos para quienes gastaron de 10 a 15 mil pesos.
  • 900 ganadores de 10 mil pesos a quienes deslizaron la tarjeta por un monto de 9 mil a 10 mil pesos.
  • 1,000 ganadores de 10 mil pesos para quienes gastaron entre 7 mil 500 y 9 mil pesos.
  • 3,000 premios de 7 mil 500 para quienes deslizaron la tarjeta en una ante de hasta 5 mil pesos.
  • 60,000 premios de 2 mil 500 pesos a quienes hicieron una compra mínima de mil pesos y hasta 2 mil 500 pesos.
  • 150,100 devoluciones de 500 pesos para quienes pagaron entre 250 y 500 peoss durante El Buen Fin. 

Aunque las listas no incluyen nombres de personas para realizar el reclamo del premio, sí se tiene un pdf donde puedes buscar si aparece tu número de tarjeta dentro de las premiadas: http://omawww.sat.gob.mx/sorteoelbuenfin/Paginas/documentos/ListadoComerciosGanadores.pdf

El “súper peso” mexicano, ¿hasta cuándo?

Para mediados de julio de 2023, con algunas variaciones, el tipo de cambio del peso mexicano respecto al dólar rondaba por las 17 unidades, una cifra realmente alentadora si analizamos que justo al inicio de la pandemia en el país, en marzo de 2020, se necesitaban más de 25 pesos para comprar un billete verde.

Estas cifras hicieron que de pronto la moneda nacional tomara el mote de “súper peso”. Si bien quedan claras algunas razones por las cuales se lograron estas cifras, también está latente la lista de los beneficiados y de quienes no salen tan airosos.

Para contrarrestar la inflación el Banco de México tomó una política monetaria que implica una tendencia al alza en las tasas de interés de referencia, que actualmente está en el 11.25%. Mientras tanto, la entidad similar de Estados Unidos también tiene su política monetaria restrictiva, cuya tasa es del 5.25%. Esto implica que la tasa mexicana es el doble que la del país vecino, y que por tanto las inversiones de allá, que sean catalogadas como “especulativas”, se refugien en nuestro territorio.

Así como actualmente esos recursos se encuentran en México, cuando las tasas tengan movimiento o se comiencen a emparejar, éste también será visto como un país con riesgo para los inversionistas, quienes se llevarían sus recursos con la misma velocidad con la que los trajeron. 

Aunado a este fenómeno también se tiene el papel de las remesas, así como el tema de turismo y exportaciones, lo que representa una alta entrada de dólares al país. Tan sólo por el envío de recursos de mexicanos en Estados Unidos a sus familias en este territorio, en 2022 se alcanzó una cifra récord de 58,497 millones de dólares, considerado un flujo masivo que se manifestó en que el peso se aprecie 14.35% respecto a los billetes verdes, en lo que va del 2023. 

Banxico estima que 4.6 millones de hogares mexicanos reciben una remesa, en un promedio de 380 dólares mensuales; pero, son justo ellos quienes padecen la variación de las divisas, porque actualmente reciben menos de lo que obtenían cuando la tasa de cambio estaba arriba de los 20 pesos por dólar.

La fortaleza del peso mexicano es considerada por las autoridades como una buena noticia. El presidente Andrés Manuel López Obrador la catalogó como “milagro mexicano”, y destacó la disminución del monto de la deuda externa contratada en dólares, aunque también reconoció que los ingresos de exportadores se redujeron.

Si bien comprar algunos insumos desde fuera se volvió más conveniente porque se abarataron, exportar también implica recibir menos dinero. Éste no es un problema menor cuando se contextualiza que el 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino Estados Unidos.

Por último, aunque no menos importante, está el fenómeno del nearshoring, que si bien está en constante auge en el norte del país, implica que al crecer en una región fronteriza, muchas maquiladoras cubren la mano de obra con dólares, lo que afectaría directamente el “valor de los sueldos” de quienes están en dichas plantas laborales.

Cuando se piensa en corto plazo, tal vez como turista o para comprar un producto en Estados Unidos, que el “súper peso” gane terreno parece una gran noticia; sin embargo, en un sistema económico global, la manera en la que la moneda se aprecie o deprecie va acompañada de un factor importante: el tiempo.

Los analistas financieros proyectan que la Reserva Federal de Estados Unidos haga dos nuevas subidas de las tasas de interés en el segundo semestre de 2023; mientras que Banxico mantendría su tasa sin cambios y por tanto el peso se vería afectado nuevamente. Las estimaciones dicen que para cerrar el año, el dólar estaría nuevamente en un tipo de cambio aproximado de 19 unidades.

El súper peso parece alentador para algunos y no tan satisfactorio para otros, pero lo cierto es que tan fácil llegó, su ida puede ser también vertiginosa.

La economía por encima de la salud

En medio de esta pandemia ocasionada por el Covid-19, los gobiernos comienzan a ceder ante la presión de las fuerzas económicas que se han visto afectadas durante este periodo, un ejemplo claro es la carta que recibió en días pasados el Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, en la cual 11 Senadores pidieron a Pompeo presionar al gobierno mexicano para incorporar como negocios esenciales a las industrias que proveen a los sectores alimenticios, médicos, de transporte, infraestructura, aeroespacial, automotriz y de defensa; toda vez que mientras México mantenga el cierre de “actividades no esenciales”, las cadenas de suministros seguirán interrumpidas.

Como se puede apreciar en este caso, los grupos económicos en Estados Unidos están ejerciendo presión sobre sus representantes estatales como son los Senadores, para que ellos a su vez ejerzan presión sobre la administración del Presidente Donald Trump, siendo conocedores de que en los 17 meses que va de la administración del Presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, Donald Trump ha conseguido todo lo que se ha propuesto de la administración mexicana, sobre todo después de que se hiciera pública la parcialidad con la que se impusieron los criterios de “actividades no esenciales” priorizando los caprichos presidenciales como la refinería Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya, por más descabelladas que parezcan estas inversiones en momentos como el que se vive actualmente, ya que la refinería no representa bajo ningún análisis una inversión inteligente con los precios del petróleo en niveles mínimos históricos y con una clara tendencia mundial que se dirige hacia las energías limpias y renovables.

Por otro lado, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles en múltiples estudios por parte de autoridades aeronáuticas internacionales, han advertido sobre su inviabilidad, elevado costo y que quedará ampliamente rebasado en un corto plazo, igual de incómoda es la situación en la cual se encuentra el proyecto del Tren Maya, que arrancó sin un estudio de impacto ecológico, falta de consultas a los pueblos que se verán afectados por la construcción del mismo y la opacidad con la cual se están entregando las concesiones para construir los tramos férreos.

Pero ya que estos proyectos fueron promesa de campaña del presidente López Obrador, se decidió otorgarles la relevancia para ser actividades esenciales y de esta manera poder continuar ininterrumpidamente dichas construcciones aun cuando una parte muy importante de la sociedad mexicana exigía que esos recursos fueran destinados al combate del Covid-19, poniendo en riesgo de contagio a miles de trabajadores que laboran en fábricas que proveen materiales para continuar con estas obras; por su parte, Donald Trump también quiso aprovechar la actual emergencia sanitaria para enaltecer sus propios proyectos de campaña como lo es el muro fronterizo llegando incluso a enviar un mensaje vía Twitter señalando que los estadounidenses tenían mucha fortuna de tenerlo como Presidente, ya que en sus propias palabras el muro fronterizo ha evitado el cruce de personas infectadas con Covid-19 a Estados Unidos provenientes de México, aunque en innumerables notas periodísticas ha quedado exhibida la ineficacia del muro que ha representado hasta el momento una erogación de varios millones de dólares.

Es en estos aspectos, en donde podemos notar la clara similitud en el discurso de ambos presidentes, al intentar aparentar una imagen fuerte y de tener bajo control la crisis sanitaria, que claramente ha superado los sistemas sanitarios públicos de ambos países siendo Estados Unidos actualmente el epicentro de la pandemia y marcando una clara diferencia en la desigualdad que existe entre los servicios de salud con los que cuenta la gran mayoría de estadounidenses y las clínicas hospitalarias de atención privada a la que tienen acceso la minoría más adinerada de los Estados Unidos. Por su parte, en México ni siquiera se cuenta con datos fiables por parte de las autoridades de cuántos casos de contagios hay en el país, ya que el gobierno se ha rehusado desde un inicio a realizar las pruebas suficientes a la población, llegando a ocupar por la OCDE el vergonzoso último lugar de los países que menos pruebas realizan por habitante, con la intención de informar durante toda la emergencia sanitaria el menor número de casos positivos y de defunciones por Covid-19 con el riesgo que esto conlleva.

Es aquí, en donde toma vital importancia el tan ansiado tema electoral en ambos países, por su parte Estados Unidos llevará a cabo elecciones presidenciales el próximo noviembre, por lo que el Presidente Trump tiene especial interés en reaperturar las actividades económicas y tratar de perder la menor cantidad de empleos posibles que golpearía de manera directa a su base electoral, ya que durante su campaña presidencial él se promovió como el presidente del empleo para los norteamericanos; por otro lado, el Presidente López Obrador teniendo en la mira las elecciones intermedias del próximo año, en donde buscará mantener el control sobre el Congreso de la Unión, intentará reactivar una decaída economía aun con discursos disparatados en donde promete la creación de 2 millones de empleos, aunque en la realidad no se vea de dónde pueden generarse dicha cantidad de empleos en un entorno en el cual la pandemia y la falta de apoyos por parte del gobierno están orillando a cientos de pequeñas y medianas empresas al cierre prácticamente definitivo de sus operaciones, mientras empresas y tiendas como Elektra, propiedad de Grupo Salinas, han mantenido sus operaciones sin cambio alguno a pesar de la falta de garantías sanitarias para sus empleados, pero ya que este Grupo ha sido la empresa más beneficiada con contratos por parte de la actual administración, parece que esta situación puede pasarse por alto.

En ambos casos y con la agenda electoral en puerta, hay un tema que parece imponerse a la salud: la economía. En las mencionadas administraciones queda claro que sus proyectos personales resultan ser más importantes a la hora de destinar recursos, que al fortalecimiento del sistema de salud, en el cual han quedado en evidencia las múltiples fallas como lo es la falta de equipo médico adecuado para atender una emergencia, el escaso número de camas y respiradores artificiales, así como la falta de personal capacitado; esto sin mencionar, el escandaloso sobreprecio en el cual se están adquiriendo los insumos médicos necesarios de último minuto ante la clara falta de previsión por parte del gobierno.

Siendo el factor económico la prioridad de los gobiernos, quienes resultamos ser los más afectados somos la población en general, ya que en México la falta de políticas públicas de la actual administración, deja vulnerables a la mayoría favoreciendo muchas veces a la minoría que son los de mayor poder adquisitivo; un ejemplo claro de planeación en México, es haber desaparecido el servicio de salud al cual tenían acceso las personas de menores recursos económicos en el país (Seguro Popular) y creó con la intención de sustituirlo, al Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), sin que este estuviera listo para brindar la atención médica de los afiliados al Seguro Popular, poniendo de esta manera en riesgo a miles de personas en el país. Por su parte, el mandatario norteamericano en su plan presupuestario destina a La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA por sus siglas en inglés) un incremento del 12% con tal de hacer valer su promesa de que el hombre vuelva a pisar la luna en el año 2024, de igual manera, incluye aumentos importantes en su presupuesto para gastos militares, en contraparte reduce el presupuesto en rubros sumamente importantes como es: vivienda en 15% y protección medio ambiental en 26%, solo por citar algunos ejemplos.

Si bien, esta crisis sanitaria no tiene precedente y según los expertos el ser humano deberá aprender a vivir con el coronavirus por varios años, estos gobiernos en particular aún pueden corregir el rumbo de sus respectivas administraciones privilegiando el gasto en materia de salud por encima de caprichos personales, ya que será de vital importancia para todos los países del mundo tomar medidas no solo para combatir la actual emergencia sanitaria, si no será necesario tomar todas y cada una de las medidas al alcance para inhibir y de ser posible evitar futuros brotes, ya que como ha dejado claro el Covid-19, esta no será la última pandemia a la que se enfrente la humanidad y que ha dejado clara la importancia que debemos darle a la salud, porque si bien es cierto que la economía es vital para las familias, es igual de cierto que no habrá economía sin familias, ya que es importante señalar que si hay un punto que se pudiera considerar “favorable” respecto del Covid-19, es su baja tasa de mortalidad con respecto a enfermedades que pudieran resultar mucho más mortíferas para el ser humano.