El “súper peso” mexicano, ¿hasta cuándo?

Para mediados de julio de 2023, con algunas variaciones, el tipo de cambio del peso mexicano respecto al dólar rondaba por las 17 unidades, una cifra realmente alentadora si analizamos que justo al inicio de la pandemia en el país, en marzo de 2020, se necesitaban más de 25 pesos para comprar un billete verde.

Estas cifras hicieron que de pronto la moneda nacional tomara el mote de “súper peso”. Si bien quedan claras algunas razones por las cuales se lograron estas cifras, también está latente la lista de los beneficiados y de quienes no salen tan airosos.

Para contrarrestar la inflación el Banco de México tomó una política monetaria que implica una tendencia al alza en las tasas de interés de referencia, que actualmente está en el 11.25%. Mientras tanto, la entidad similar de Estados Unidos también tiene su política monetaria restrictiva, cuya tasa es del 5.25%. Esto implica que la tasa mexicana es el doble que la del país vecino, y que por tanto las inversiones de allá, que sean catalogadas como “especulativas”, se refugien en nuestro territorio.

Así como actualmente esos recursos se encuentran en México, cuando las tasas tengan movimiento o se comiencen a emparejar, éste también será visto como un país con riesgo para los inversionistas, quienes se llevarían sus recursos con la misma velocidad con la que los trajeron. 

Aunado a este fenómeno también se tiene el papel de las remesas, así como el tema de turismo y exportaciones, lo que representa una alta entrada de dólares al país. Tan sólo por el envío de recursos de mexicanos en Estados Unidos a sus familias en este territorio, en 2022 se alcanzó una cifra récord de 58,497 millones de dólares, considerado un flujo masivo que se manifestó en que el peso se aprecie 14.35% respecto a los billetes verdes, en lo que va del 2023. 

Banxico estima que 4.6 millones de hogares mexicanos reciben una remesa, en un promedio de 380 dólares mensuales; pero, son justo ellos quienes padecen la variación de las divisas, porque actualmente reciben menos de lo que obtenían cuando la tasa de cambio estaba arriba de los 20 pesos por dólar.

La fortaleza del peso mexicano es considerada por las autoridades como una buena noticia. El presidente Andrés Manuel López Obrador la catalogó como “milagro mexicano”, y destacó la disminución del monto de la deuda externa contratada en dólares, aunque también reconoció que los ingresos de exportadores se redujeron.

Si bien comprar algunos insumos desde fuera se volvió más conveniente porque se abarataron, exportar también implica recibir menos dinero. Éste no es un problema menor cuando se contextualiza que el 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino Estados Unidos.

Por último, aunque no menos importante, está el fenómeno del nearshoring, que si bien está en constante auge en el norte del país, implica que al crecer en una región fronteriza, muchas maquiladoras cubren la mano de obra con dólares, lo que afectaría directamente el “valor de los sueldos” de quienes están en dichas plantas laborales.

Cuando se piensa en corto plazo, tal vez como turista o para comprar un producto en Estados Unidos, que el “súper peso” gane terreno parece una gran noticia; sin embargo, en un sistema económico global, la manera en la que la moneda se aprecie o deprecie va acompañada de un factor importante: el tiempo.

Los analistas financieros proyectan que la Reserva Federal de Estados Unidos haga dos nuevas subidas de las tasas de interés en el segundo semestre de 2023; mientras que Banxico mantendría su tasa sin cambios y por tanto el peso se vería afectado nuevamente. Las estimaciones dicen que para cerrar el año, el dólar estaría nuevamente en un tipo de cambio aproximado de 19 unidades.

El súper peso parece alentador para algunos y no tan satisfactorio para otros, pero lo cierto es que tan fácil llegó, su ida puede ser también vertiginosa.