¿Por qué hay más preguntas que respuestas en la pandemia del Coronavirus?

En mis 20 años de reportero y casi 20 años de comunicador de gobiernos de diferentes colores, he visto y manejado crisis pero ninguna del tamaño y el impacto social y económico de la pandemia del Coronavirus.

Me acuerdo de la devaluación del peso de 1982, la crisis de la deuda, el terremoto de 1985, el Chupacabras, la epidemia del cólera, la gripe porcina, la pandemia del 2009 y ahora la emergencia mundial por el Coronavirus.

Pasé alrededor de 10 años por el sector publico de salud (en COFEPRIS y el IMSS) y nuestra teoría es que comunicar eficientemente una crisis sanitaria nunca ha sido fácil, para ningún gobierno, debido por un lado a que los Estados tienden a maquillar y esconder las estadísticas para no generar pánico y, por el otro, la sociedad civil no confía en los datos del Jefe del Estado ni cree a ciegas lo que le dicen los voceros de la crisis.

En el caso de México, hay que aclararlo, tenemos un problema más grave aún, pues hoy la sociedad está enfrentada y dividida en por lo menos dos grupos, a decir del propio Presidente: el pueblo raso que lo ama y los conservadores corruptos que lo desprecian y el apuestan a su fracaso (me parece que este tema amerita otro texto que abordaré en la siguiente entrega)

Actualmente, las preguntas medulares de los mexicanos siguen en el aire y me voy a concentrar en tres:

1.-¿Cuándo acabará la pesadilla del Coronavirus?

2.-¿Estamos realmente preparados para enfrentar esta pandemia?

3.-¿Los medios y los periodistas le están jugando las contras al gobierno?

No tenemos bola mágica para adivinar el tiempo que durará la pandemia, pero las experiencias de otros países nos permiten afirmar que no será un mes, como lo desean nuestros gobernantes, sino tres o hasta seis meses, dependiendo de cómo manejemos la crisis.

El tigre del Coronavirus lo soltaron (habrá que preguntarse en otra ocasión qué potencia lo soltó) en Wuhan, China, en diciembre pasado y los Chinos lo comunicaron al mundo hasta el 3 de enero de este 2020.

Al igual que muchos gobiernos, los Chinos son expertos en amañar cifras y sus datos siempre son poco confiables, pero tienen mucho dinero en caja y un Estado despótico. No olvidemos que con  todo su poder, el Estado Chino tardó alrededor de 3 meses en levantar por fin esta semana la cuarentena en Wuhan.

En Estados Unidos, el primer caso se reportó el 21 de enero y la curva de contagios sigue creciendo. Aunque el presidente Trump, por razones quizá electorales, también desea, como López Obrador, levantar la bandera blanca el 30 de abril, la realidad es que la crisis sanitaria continúa en ambos países fuera de control y sus consecuencias en la salud publica y la economía de los mexicanos y estadounidenses son impredecibles.

O sea, no hay forma de que la pandemia se acabe en un mes. Ni en México ni en EUA. Esto va para largo. Ojalá me equivoque pero las tendencias marcan que apenas vamos subiendo la montaña  ( México reportó el caso cero el 28 de febrero) y luego habrá que bajarla con los daños a cuestas.

En cuanto a si estamos listos para combatir la pandemia que viene, nuestra teoría es que no, a pesar de lo que afirman nuestras autoridades sanitarias. Yo no conozco una persona que sostenga con datos creíbles y racionales lo contrario, salvo claro el Jefe del Estado y el vocero de la crisis, aunque su palabra se vaya desgastando día con día. Ellos no pueden ni deben decir otra cosa. Y está bien que lo hagan para abonar a la confianza ciudadana.

Sin embargo, la realidad es que el sistema de salud pública ya estaba saturado y no se daba abasto para atender pacientes antes incluso de la crisis. No son pocas las voces bien informadas ni las evidencias que nos advierten que hoy en día NO hay suficientes camas, ni médicos (aunque ya llegaron los primeros Cubanos), ni enfermeras, ni respiradores, ni mascarillas ni pruebas rápidas ni medicamentos para enfrentar la alta demanda de insumos médicos que se nos viene encima.

El tamaño de la crisis ha dejado al descubierto que ninguno de los Estados más afectados estaba preparado, pese a ser grandes potencias económicas, por lo que más nos vale extremar las precauciones. El Presidente ha dicho que vamos bien y que tenemos un gran plan contra la crisis. Ojalá sea cierto.

Finalmente, por la polarización política se está generando lamentablemente un debate nacional que suma cero, en el que nadie gana y todos perdemos. Lo atiza el Jefe del Estado, lo aplaude el llamado Pueblo en las redes sociales y los culpables son la Sociedad y los medios tradicionales de comunicación.

Los medios, dijo el Presidente en la mañanera de este Jueves Santo,  no están ayudando…son voceros de conservadores corruptos, quieren que regrese el regimen corrupto…traen campaña amarillista pero no pasarán…Estarán felices si viene el colapso.

Y los periodistas, no todos, agregó, le apuestan a que nos vaya mal y fracasemos. Es temporada de zopilotes, advirtió.

Dolido, el Presidente se consoló: tenemos el apoyo del pueblo. No se dejen manipular, hay que tener confianza en nosotros mismos. No nos dejemos apanicar por los conservadores.

Yo no creo que los medios, la sociedad o algunos periodistas críticos conspiren contra la 4T y sean el problema, mientras el denominado pueblo es la solución.

Más bien me parece que por comunicar verdades a medias o mentiras completas, la realidad social es otra y, mientras las autoridades sanitarias están perdiendo credibilidad ante la opinión publica, los ciudadanos vamos solos, desunidos, confrontados y sin equipo médico a la temible guerra contra el Coronavirus.

¡Quédate en casa si!

¡Porque afuera no hay quien te salve!